Benita la golondrina que decidió quedarse

Cuento para leer: Benita la golondrina que decidió quedarse

🐦 Benita la golondrina que decidió quedarse
🌤️Cerrá los ojos…
Imaginá un pequeño pueblo con tejados de colores, árboles que saludan con el viento y un cielo donde, cada año, las golondrinas vuelan en círculos antes de partir hacia lugares más cálidos.

En ese cielo nació Benita, una golondrina inquieta, pero muy observadora.

🐦 Capítulo 1: El viaje que todos hacían
Desde que tenía memoria, Benita había escuchado la misma historia:
“Cuando llegue el frío, todas las golondrinas deben emigrar al norte. Es lo que hacemos. Es tradición.”

Y así era. Cada otoño, el cielo se llenaba de alas negras y blancas que volaban juntas, siguiendo un camino invisible que solo ellas conocían.

Benita había volado esas rutas con su familia. Conocía los lagos azules, los campos soleados… pero algo no terminaba de convencerla.

—¿Y si no quiero irme este año? —preguntó una tarde, mientras posaba en el campanario del pueblo.

—¿Quedarte? —le dijo su madre—. Pero eso no se hace. ¡Las golondrinas vuelan! ¡Siempre vuelan!

Benita bajó la mirada. Ella amaba volar. Pero también amaba ese lugar.

🏘️ Capítulo 2: El pueblo que la abrazó
Ese verano, mientras los demás descansaban o jugaban en el cielo, Benita empezó a explorar el pueblo.

Visitaba la plaza, se posaba sobre los cuadernos de los chicos en la escuela, y esperaba en la ventana de Doña Rosa, una abuela que le dejaba migas de pan.

Y lo que descubrió la dejó pensando:
No todos los viajes eran de alas. Había otros caminos, más pequeños, más quietos, pero igual de importantes.

Benita empezó a conocer las voces, las historias, los ritmos del pueblo.

Y sin darse cuenta, se sintió parte de algo… sin necesidad de volar lejos.

🍂 Capítulo 3: El día de la partida
Llegó el otoño. El aire se volvió más fresco, y las demás golondrinas comenzaron a reunirse para partir.

—¿Estás lista, Benita? —le preguntó su primo Tobías—. ¡Pronto cruzaremos los mares!

Ella dudó.

Miró a su alrededor: los árboles del pueblo, las ventanas conocidas, el cielo más gris… y supo la respuesta.

—Este año no iré. Quiero quedarme.
—¿¡Qué!? ¿Quedarte? ¿En el frío? ¿Sola?

Benita sonrió.

—No estaré sola. Ya no lo estoy.

Tobías se encogió de alas. No lo entendía. Y eso estaba bien.

❄️ Capítulo 4: El invierno distinto
Los días se hicieron más cortos. El viento soplaba con fuerza. Benita ya no tenía a su bandada.

Pero no estaba sola.

Los niños le abrían las ventanas, le dejaban miguitas. Doña Rosa le tejió una pequeña mantita con hilo rojo y la dejó sobre una maceta.

Benita se escondía del viento en rincones cálidos y salía a volar cuando el sol asomaba.

Conoció a un gato viejo que ya no cazaba, a una pareja de tórtolas que nunca migraban, y a una nena llamada Milagros que le contaba cuentos cada tarde.

Fue un invierno distinto. Difícil, sí. Pero lleno de cosas nuevas.
Y sobre todo, de libertad.

🌱 Capítulo 5: Cuando volvieron las alas
Una mañana, con el olor de los primeros brotes, llegaron las demás golondrinas.

El cielo volvió a llenarse de alas veloces y sonidos conocidos.

Benita voló a recibirlas. Algunos no la reconocieron.

—¡Pensamos que no habías sobrevivido! —dijeron sorprendidos.

—Sobreviví. Y viví muchas cosas nuevas —respondió con calma.

Los demás escuchaban atentos, aunque no todos entendían. Y eso también estaba bien.

🌤️ Benita nunca dejó de ser golondrina.
Pero entendió que no todas las golondrinas tienen que seguir el mismo camino.

A veces, quedarse también es una forma de volar.

Y así, desde entonces, cada año decide qué hacer.
No por costumbre, no por miedo, no por mandato.

Sino porque aprendió a elegir por sí misma.

FIN


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