El búho que tenía miedo a la noche

Cuento para leer: El búho que tenía miedo a la noche

🌙 El búho que tenía miedo a la noche

Valores: Superar los miedos, autoconfianza, amistad, descubrimiento

Cierra los ojos, respira suave…
Inhala el aroma de los árboles, siente cómo la brisa acaricia tu cara, y escucha el canto lejano de los grillos.
Estás entrando en un bosque mágico, donde las hojas cuentan secretos y las estrellas bajan a saludar a los más valientes.
Es de noche… pero no tengas miedo.
Esta es la historia de Bruno, un búho pequeñito con un gran corazón… y un miedo aún más grande.

Capítulo 1: El búho diferente
En la parte más alta de un roble gigante vivía Bruno, un joven búho de plumas grises y ojos enormes, que desde pequeño había mostrado algo peculiar: no le gustaba la noche.

Mientras sus hermanos salían a volar entre las ramas, cazaban insectos o jugaban a esconderse en la oscuridad, Bruno se quedaba en el nido, acurrucado bajo el ala de su mamá.

—¿Otra vez no vas a volar, Brunito? —le preguntaba su hermana mayor, Berta.

—No… la noche me da miedo. Es tan grande, tan negra, tan… silenciosa.

—¡Pero tú eres un búho! —decía su papá con tono suave—. Nosotros nacimos para volar bajo la luna.

Bruno no respondía. Solo se tapaba los ojos con las alas y esperaba que amaneciera.

Capítulo 2: El sueño del sol
Bruno soñaba con ser un búho del día.

Imaginaba volar entre mariposas, aterrizar en ramas bañadas por el sol y cantar junto a los ruiseñores. Pero cada vez que lo intentaba, los rayos del sol lo deslumbraban y su visión no era clara.

—No estás hecho para el día, hijo mío —le dijo su mamá una mañana—. Pero eso no significa que no seas especial.

Bruno bajó la cabeza. No quería ser especial. Solo quería no tener miedo.

Capítulo 3: Un destello en la oscuridad
Una noche, mientras sus padres dormían, Bruno abrió un ojo. Todo estaba en silencio…
Hasta que vio una pequeña luz danzando frente a su nido.
Era como una estrella… pero volaba.

—Hola —dijo la luz—. ¿Por qué no vienes a jugar?

—¿Quién eres? —susurró Bruno.

—Me llamo Lili. Soy una luciérnaga. ¿Nunca saliste a ver el bosque de noche?

Bruno dudó.

—¿Y si me pierdo?

—No te preocupes —respondió Lili—. Yo conozco todos los caminos. Además, brillar es mi trabajo.

Bruno sintió que algo le cosquilleaba en el pecho. ¿Sería emoción?

—Bueno… solo un ratito —dijo finalmente, abriendo sus alas por primera vez en mucho tiempo.

Capítulo 4: La primera noche
Bruno voló tras Lili, despacito, como si flotara.

Primero pasaron por un claro donde cientos de luciérnagas iluminaban las flores. Parecía un baile de estrellas sobre la tierra.

Luego volaron sobre un lago tranquilo, donde la luna se reflejaba como un espejo. Bruno se miró en el agua y se vio diferente: no un búho asustado, sino uno curioso y valiente.

Más adelante, escucharon música: eran los grillos tocando sus violines diminutos.

—¿Siempre fue así la noche? —preguntó Bruno.

—Siempre —respondió Lili—. Solo que ahora decidiste mirarla.

Capítulo 5: Una nueva mirada
A partir de esa noche, Bruno salió todos los días con Lili.

Aprendió a guiarse por las estrellas, a escuchar los sonidos del bosque, y a volar sin miedo.

Un día, su hermana Berta lo vio volando con elegancia entre las ramas.

—¡Mamá, papá, miren a Bruno! —gritó emocionada— ¡Está bailando con las luciérnagas!

Su papá sonrió.

—Te lo dije, hijo. Los búhos nacen para volar bajo la luna… pero cada uno lo hace a su tiempo.

Capítulo 6: El búho que brillaba
Bruno ya no tenía miedo. Es más, ahora era el primero en salir al anochecer y el último en volver. Guiaba a sus hermanitos más pequeños, contaba historias del lago, del campo de luciérnagas y del árbol del eco, donde su voz volvía como un abrazo.

Y cada noche, antes de dormir, Lili se posaba en su ala y le susurraba:

—No brillas como yo… pero haces que todo alrededor tuyo brille.

Bruno cerraba los ojos, se acurrucaba en su nido y pensaba:

—La noche ya no me asusta. Ahora la noche es mi hogar.

Y así, entre estrellas, brisas suaves y melodías de grillos, Bruno el búho aprendió que los miedos no se vencen corriendo…
sino abriendo las alas poco a poco…
hasta descubrir que el mundo brilla más de lo que imaginamos.
Buenas noches, pequeño soñador. 💤🌟

FIN


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