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Cuento para leer: La tortuga que quería escuchar al sol
🐢 Timo, la tortuga que quería escuchar al sol
Valores: Escucha interior, sensibilidad, dones únicos, intuición, propósito.
🌄 Cierra los ojitos un momento…
Imagina una pradera tibia, con pasto suave como almohadas, donde las nubes flotan lentas y el sol canta bajito, aunque casi nadie puede oírlo.
Solo los que caminan muy despacio, con el corazón abierto, logran escucharlo.
Esta es la historia de Timo, una tortuga que quería hacer algo que ningún otro animal se había atrevido a intentar…
🐢 Capítulo 1: El sol tiene una voz
Timo vivía al borde del bosque, en una pequeña cueva de tierra húmeda que olía a hojas nuevas. A diferencia de otras tortugas, no le interesaban las carreras, ni los juegos, ni siquiera las lechugas más crujientes.
Lo que a Timo realmente lo intrigaba era el sol.
Cada mañana salía, se sentaba en lo alto de una piedra calentita y se quedaba ahí… mirando, esperando… escuchando.
—¿Qué haces, Timo? —le preguntó un grillo curioso.
—Estoy tratando de escuchar al sol —respondía él, como si fuera lo más lógico del mundo.
—¿El sol? Pero el sol no habla.
Timo se encogía de hombros.
—Tal vez no habla con palabras.
🌞 Capítulo 2: A ritmo de silencio
Los demás animales lo miraban raro. El zorro decía que era aburrido, la ardilla lo llamaba “el bicho piedra”, y hasta las mariposas lo esquivaban por considerarlo demasiado lento.
Pero Timo no se molestaba. Él sabía que algo estaba ahí. Algo que no se veía, algo que solo se percibía con mucha, mucha paciencia.
Un día, al atardecer, mientras el cielo se llenaba de naranja y los pájaros volvían a sus nidos, Timo sintió una vibración. No era un sonido común. Era como un latido profundo, tibio, que le recorría el caparazón desde adentro.
No era música, no era una palabra. Era… una señal.
🌿 Capítulo 3: Lo que los demás no veían
Esa noche, mientras todos dormían, Timo no podía dejar de pensar. ¿Y si esa vibración del sol tenía algo que ver con el bosque? ¿Y si era una advertencia?
Al día siguiente, volvió a la piedra más temprano que nunca.
Y entonces lo supo.
El sol no hablaba con sonidos. El sol susurraba en forma de calor, en sombras largas, en la forma de crecer de las hojas.
Timo, que pasaba más tiempo quieto que cualquier otro animal, había aprendido a leer lo invisible.
Y lo que sintió fue claro: algo se avecinaba. Algo que los demás, con su prisa, no podían ver.
🔥 Capítulo 4: La tierra que se partía
Esa misma tarde, Timo escuchó cómo las raíces bajo la tierra crujían. La piedra caliente donde se sentaba tembló.
No fue un terremoto, pero sí una señal: el arroyo que cruzaba el bosque cambiaría de rumbo. El agua iba a dejar de fluir donde siempre.
Timo fue el único que lo notó a tiempo. Caminó despacio, pero seguro, hasta la madriguera de las nutrias.
—Mañana no tendrán agua aquí. Les recomiendo mudarse río arriba —dijo con su voz serena.
Las nutrias, aunque incrédulas, decidieron hacerle caso. Al día siguiente, su viejo arroyo era solo barro seco.
—
Y entonces el zorro, la ardilla, y hasta las mariposas empezaron a mirar a Timo de otra manera.
🌱 Capítulo 5: El mensajero invisible
Desde aquel día, todos entendieron que Timo no era lento: era atento.
El bosque empezó a confiar en él como en un sabio silencioso.
Los animales lo consultaban:
—¿Lloverá pronto, Timo?
—¿Es buen momento para sembrar, Timo?
—¿Hay peligro cerca?
Y Timo siempre respondía con calma. No adivinaba el futuro. Solo sabía observar lo que los demás no se tomaban el tiempo de mirar.
Pero él seguía diciendo lo mismo:
—Yo no soy sabio. Solo me siento y escucho al sol.
🌄 Y así, cada mañana, Timo subía a su piedra, cerraba los ojos, y dejaba que la luz le hablara en su idioma secreto.
El bosque, agradecido, aprendió a caminar un poco más despacio.
A dejar espacio para lo invisible.
Y a descubrir que escuchar puede ser más valioso que correr.
FIN
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La tortuga que quería escuchar al sol en video:
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